Bajo el inclemente sol de la provincia de Limpopo, al sur de Sudáfrica, yacen las memorias de Semenya, la niña de tez morena, cabello tranzado y sonrisa de diamante, la que soñó con conquistar el mundo a la velocidad de la luz. Tras lo arbustos que rodeaban su morada, se escondían los pasos de la aventurera que siempre busco ir más allá y no quedarse atrás en juegos de niñas de su edad.
Por su personalidad recia, la llamaban 'Cobra', ya que era una competidora de temer, que no tenía obstáculo ni barrera a pesar de las circunstancias. El espíritu de batalla, que emergió en los campos de fútbol de la escuela Nthema, dio su primer salto en la categoría de 800 y 1500 metros de las competencias juveniles de África en 2009. No solo dejó su primer legado de oro, dejó sensaciones que enmarcaban una nueva leyenda.
Como toda leyenda, el talón de Aquiles buscó quebrar su trayectoria; en medio de la euforia, en 2010 se le juzgó por sus rasgos masculinos y se le calificó como no apta para ser parte de las competencias...Tiempo después Londres acogió su renacer.
Con la medalla de oro en sus manos, Semenya renació como el ave fénix y demostró en la fría capital inglesa de qué estaba hecha. Trae a la memoria sus palabras premonitorias tiempo atrás: "Soy una soñadora, y sueño con ser campeona olímpica, campeona del mundo, dejar una marca mundial".
Cuatro años después Rio 2016 sonrío al son de sus zancadas, con el tempo de la atleta supernatural, como ella misma remarca: "Estamos acortando los tiempos y me puedo llamar supernatural porque puedo hacer lo que yo quiero"...Tokio 2020 prepara la ceremonia de bienvenida para 'Cobra'.
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