El número 10 es aquel jugador que sorprende, emociona, desplaza a todos con un movimiento atlético que quizás ni él se da cuenta, y de inmediato este número es mi destino me lo dieron antes de los seis años y lo llevo conmigo desde cuando he vestido mi primera camiseta en el equipo de futbol de la iglesia San Sebastián de Jesi. Mi regalo navideño que pedía era siempre el mismo de todos los años... zapatillas de futbol y una pelota de cuero (en esa época de tela) para el sueño. Era el destino de Roberto Mancini.
Pude ir al Milan, pero la convocación llegò por error al Real Jesi (había organizado una prueba gracias a Gabriele y Andrea Cardinaletti) en vez de la Aurora Jesi sociedad en la cual era fichado.
El destino había decidido Bologna y por eso deje a solo trece años Jesi, mi ciudad de nacimiento, el calor y el afecto de mis padres. Vive en mi todavía el recuerdo de la prueba organizado por mi padre (que me dice juega más atrás... de este modo tienes más pelotas y pueden verte…) y luego yo fui artificio del resto. Después de 40 minutos de prueba fui convocado a las oficinas del Bologna Futbol Jóvenes para firmar un contrato (firmado por mi padre porque yo tenía aún trece años).
La primera persona que comprendió que el futbol era mi futuro fue Aldo mi padre. Un hombre que antes de la pasión por el futbol me ha transmitido el valor de la honestidad y sencillez.
Mi objetivo fue jugarfutboly quede maravillado cuando comprendí que el Bologna me reconocería un rembolso de gastos (90 mila liras al mes) quedé perplejo porque seria pagado por jugar a futbol y divertirme.
Llamé la atención del sector juvenil rojo azúl y después de tres años (16 años) debuté en el equipo de la cantera, han sido años emocionantes y duros, veía jugadores fuertes y prometedores que llegaban y se iban, tenia miedo que podia suceder lo mismo a mi, entonces trabajaba duro, entrenaba era siempre atento a no infortunarme, debia dar más, ser más que los otros hacerme encontrar listo para la ocasión.
Mi primer banquillo en primera división lo debo a la fortuna.El entrenador Radice buscaba un sustituto para un infortunado de la primera, y no encontrando a Marco Macina en la escuela convoco a mí. Recuerdo la sensación de estar en el mismo ambiento de grandes campeones. De aquellos jugadores que había visto solo en el estadio cuando mi papá me llevaba a ver los partidos o en televisión por 45 minutos (esto lo pasaban una vez a la semana los domingos).
Sentí que mi sueño pudiera realizarse, tenía algo diferente a los demás, pero esto no era suficiente: debía tener carácter, determinación y voluntad. Hoy comprendo que para llegar hacer un grande jugador se debe tener algo más con respecto al resto, más allá de un enorme talento y espíritu de sacrificio. En rojo azul encontré un sector juvenil perfecto con técnicos de calidad como Perani, Fogli, Soncini, Bonini, Zagatti, Mantovani y su secretario general Emilio Martelli. Bologna ha sido la ciudad ideal para crecer. Allí conocí personas especiales que me han adoptado y amado de inmediato. Bologna me lanzó en primera división.
El debut de Mancini
El 13 de septiembre del 1981 mi primera vez en primera división (tenía solo 16 años) gracias al técnico Tarcisio Burgnich debuté con el Bologna-Cagliari.
El primer gol en primera divisón llegó al mes de mi debuto, fué mi primer gol a cristalizar el definitivo empate 2-2 al minuto 78 de Como-Bologna. El primero de los nueve goles que llegué a realizar en mi año de campeonato en una máxima división, un resultado importante para un muchacho. El presidente Paolo Mantovani fué curioso de mi capacidad y me llevó a su Sampdoria.
Una locura: para mis dieciseis años pagó al Bologna 2 billones y medio de las viejas liras (al cambio hoy seria 40 millones de euros por uno de dieciséis años) más cuatro jugadores. El director deportivo del Bologna Paolo Borea, que pasó a la Sampdoria, fue decisivo para convencerme a seguirlo a Genova, desde aquí poco a poco nacerá la grande Sampdoria del presidente MantovaniEn la Sampdoria encuentro un ambiente intenso con mis compañeros de reparto, Luca Vialli, eramos diferentes pero muy unidos, como dos polos que se atraen, juntos nos convertimos en los gemelos del gol, como acuerdo nuestro de frente al arco. Un asistencia para un compañero era como un gol mio. Conocí a Luca porque fuimos compañeros en la selección Nacional under 21 y le había pedido muchas veces de venir a la Sampdoria. Después de el uno a uno inician a llegar los grandes talentos a la corte del presidente Mantovani y le equipo crecía. Fue un momento mágico, un grupo de amigos que se convierten en campeones en El destino de Roberto Mancini. Tomado de Roberto Mancini, mi historia
Comments