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Digno de ocupar un lugar en cualquier conversación sobre los mejores goles de la Copa Mundial de la FIFA™, el esfuerzo celestial del equipo argentino contra Serbia y Montenegro en 2006 se erige como un monumento a las cualidades de la paciencia y la movilidad y la delicadeza.
Esteban Cambiasso se encargó de derrotar finalmente al impotente guardameta Dragoslav Jevric, que no podía imaginar que se enfrentaría de forma inminente a un disparo sobre su portería cuando Maxi Rodríguez le robó la posesión a Mateja Kezman en territorio argentino.
Cuatro pases más tarde, Sorín volvió a la carga, en esta ocasión eligiendo a Saviola por delante de él. Con las piernas serbias debilitadas, Sorin corrió hacia adelante, dejando espacio para que Saviola se lanzara hacia el interior. Saviola intercambió pases con Riquelme, adoptando inusualmente un papel de pasajero, pero desempeñando su papel con el estilo que le caracteriza.
Cambiasso demostró una técnica fabulosa en la media vuelta para amortiguar el pase de Saviola hacia Crespo. Éste completó con maestría el uno-dos, dejando al número 5 a un golpe de su bota izquierda de garantizar las repeticiones televisivas durante décadas. Jevric vio cómo el balón se colaba en el techo de su portería y Argentina lo celebró como si supiera que había hecho una obra de arte.
Argentina ganaría el partido por 6-0, pero acabaría perdiendo la tanda de penaltis de cuartos de final ante los anfitriones. El equipo de Pekerman, sin embargo, siempre tendrá el "bello gol", la noche de Gelsenkirchen en la que alcanzó la perfección.
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