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Leyendas del deporte
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Flórez López se preocupó. Le parecía increíble que siendo tan joven y teniendo unas inmensas capacidades para la escalada tuviera que decirle adiós al ciclismo.
“No era algo maligno y no había necesidad de tratamiento. Era algo muy natural, pero el primer concepto me hizo dudar para seguir, pensé en dejar el ciclismo, pero no me quedé quieto y logré salir adelante”, le contó a EL TIEMPO Flórez, quien este año firmó con el equipo Arkea-Samsic, el de Nairo.
Allí quieren que le ayude a su paisano en la montaña, que lo acompañe en las etapas de las duras cuestas, que sea su protector. Miguel tiene una experiencia ganada en Europa, conoce las carreteras, el ciclismo profesional, y sus capacidades las pondrá al servicio de su jefe de filas.
Flórez nació el 21 de febrero de 1996 en Duitama, Boyacá. Se levantó al lado de sus padres, Alfredo Flórez y Cecilia López, y sus hermanos, Luz Andrea y Laura Caterine.
Miguel no fue un excelente estudiante, dice que “iba en el lote”. Nunca fue indisciplinado, pero le gustaba la recocha.
No le tocó hacer trabajos duros, tal vez lo más complicado era hacer los mandados. De la finca a la tienda había que caminar media hora, 15 minutos de ida y el resto al regreso. La primera bicicleta la tuvo a los 14 años. Salía a entrenar con el papá, siempre lo llevaba a hacer las prácticas los fines de semana.
“Es que mi papá era gomoso del ciclismo. Quiso ser ciclista, pero no pudo. Donde vivía, en la vereda El Hatillo, cerca de Sogamoso, era difícil practicara el ciclismo, pero se las ingeniaba. A pesar de que sufría, pues me gustó el ciclismo, me agradaba salir cada ocho días a montar”, aseguró Flórez, quien comenzó en el equipo Escuela de Ciclismo de Duitama, bajo el mando de Luis Reyes.
Tomado de El Tiempo / Por: Lisandro Rengifo
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