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Leyendas del deporte
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El tackle que impactó la vida del tercera línea y el ahora capitán de Los Pumas lo recibió cuando recién tenía 12 años. Perdió a su padre. “Significó un baldazo de agua fría. Tuve que crecer de golpe. Su partida me marcó mucho, y mi mamá empezó a ocuparse de todo, no sabés cómo se desenvolvía. Fue una heroína para nosotros, para sus hijos. Cuando mi papá se murió, cambiaron cosas. Pero, gracias a mi mamá, mantuvimos el mismo estilo de vida”. Esta historia inspiró la leyenda de Pablo Matera, el corazón de la fiera.
Sus padres fueron pieza clave en la marca de su carácter dentro y fuera del terreno. De Janina, heredó el empuje para prosperar hasta en condiciones adversas. De Flavio, sacó la obediencia y la prolijidad. Quizá por eso es un tercera línea que combina enjundia, tackle y destrezas.
La educación en casa hizo parte del progreso del nacido en Buenos Aires. "Mi padre era muy duro, como si fuera una especie de militar. Cuando venían mis amigos a comer a casa, lo único que mi papá hacía era corregirlos durante la comida. ‘Agarrá bien el tenedor, cortá así con el cuchillo’, repetía. Nosotros teníamos 10 u 11 años… Si bien fue duro, agradezco la educación que me dieron mis padres. Yo soy una persona educada",
Con estas bases, Matera conectó con el mundo del rugby comenzó a escribir su propia historia
Al rugby se abrazó de adolescente. El ala, que mide 1,93, entró en contacto con la pelota ovalada en el colegio. Incluso, un amigo de la escuela lo convenció y lo motivó para probar suerte en Alumni. Allí comenzó a entrenarse con la categoría Menores de 15 y a entender el juego. Sin embargo, el clic para aferrarse fuerte a la actividad sucedería dos años después.
“A los 17, fui a una concentración nacional para la camada 91 de Pumitas. Yo soy del 93 -nació el 18 de julio en Buenos Aires- y, entonces, competía contra chicos más grandes. Ahí supe que había otra cosa más allá de Alumni, que había seleccionados argentinos, que había un Mundial Juvenil. Cuando me dijeron que se iba a dar una lista para la Copa del Mundo de Italia 2011, quería ser convocado. Como participé solo de esa concentración y mis compañeros habían hecho un proceso de trabajo, me quedé afuera. A partir de ahí, me propuse ir al Mundial del año siguiente, el de la categoría 92. Por eso, empecé a darle más importancia al rugby, a jugar más en serio. Por suerte, pude ir”, asegura.
La naturaleza de su personalidad de acero comenzó a aflorar en la mencionada concentración nacional de Pumitas. “Si no mostraba mi carácter, me pasaban por arriba -anticipa-. Tanto en Pumitas como en Pampas XV, el Seven y hasta en Los Pumas, fui el más joven del equipo; por eso, debía jugar de una manera más agresiva".
Desde aquel entonces, Corcho Fernández Lobbe, Juan Manuel Leguizamón y Janina han sido la piezas de inspiración en el camino que hoy día lo tiene el olimpo del rugby mundial. Con el corazón de una fiera se ha ganado la capitanía y el respecto sus colegas y rivales.
Miles de historias han marcado su leyenda en Los Pumas, pero hay tres que marcaron el puntapié inicial:
"El primero es mi tercer partido: ante Sudáfrica, en Soweto, por el Rugby Championship 2013. Perdimos por 60 puntos (73-13), nos mataron. Pero, el día anterior al partido, Agustín Pichot me pidió hablar en el hotel y nos tomamos un café. “Adentro de la cancha, lo que quieras. Olvidate de qué te van a decir, de cómo te vas a sentir; si te gusta, pateala; si no, no”, me aconsejó. Pichot me dio una tranquilidad… Porque, antes de ese partido, yo estaba nervioso y con cagazo.
Y el tercero "el entretiempo ante Irlanda por los cuartos de final del Mundial 2015. Fue raro, nadie estaba en sus cabales; en el vestuario, había mucho ruido, todos nos alentábamos y gritábamos: “Miren dónde estamos”. La energía era muy buena; nunca sentí que ese partido se nos iba a escapar".
Precisamente la experiencia mundialista le permitió acotar. En una Copa del mundo "es fácil motivarse. En ese sentido, todos los equipos se equiparan. Además, todos los jugadores están a mil, recontra entrenados. Pero me quedó un detalle: hay que desarrollar e implementar una muy buena estrategia que asegure la recuperación rápida de los jugadores. Porque, cada cinco días, jugás el partido más importante de tu vida".
La leyenda de la fiera
A sus 29 años acumula más de 200 encuentros vistiendo la blanca y celeste. Acumula dos copas del mundo y la tercera está en camino.
La experiencia le ha permitido ser una 'fiera'' de respeto en el terreno de juego. Juega con el miedo a no perder y este ha sido el tic tac que se activa cada vez que viste la camiseta de su país.
Soñar en grande es el lema que lo identifica. "Ganar un Mundial. La vara siempre debe estar alta", el gran sueño de Pablo Matera, el corazón de la fiera.
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Con información de El Gráfico
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