Rodrygo: la joya de Osasco que brilló en el Santos

Amor a primera vista. Rodrygo en sus primeras temporadas con el Santos. Crédito: Ivan Storti/Santos FC

Con información de The Players Tribune

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En el corazón de Osasco, Sao Paulo, se forjó el destino de Rodrygo Silva de Goes, una de las joyas del balompié carioca. De la mano de Eric, su padre, y Denise, su madre, conoció el respeto, la disciplina y el amor por la redonda, cualidades que lo llevaron de su tierra natal a la gloria en el Santos de Pelé y Neymar. Desde pequeño, demostró una pasión inigualable por el fútbol. Pasaba horas jugando con el balón, ajeno a otros juguetes. Sus sueños eran ambiciosos: jugar en la selección brasileña, ganar la Champions League y vestir la camiseta del Real Madrid. Su padre, su mayor mentor, le inculcó la importancia de las palabras y la mentalidad ganadora. La infancia de Rodrygo estuvo marcada por el sacrificio y la disciplina. Su madre desempeñó un papel fundamental, llevándolo a entrenar a Santos a las 4 de la mañana. Su padre, por su parte, no solo era su mayor admirador, sino también su crítico más duro. En los partidos informales, ejercía de árbitro implacable, negándole faltas y goles que otros niños celebrarían. Esta disciplina férrea, aunque a veces dolorosa, forjó una mentalidad de acero.

Santos: el Jogo Bonito

Recién lle´go al Santos se le comparó con Neymar. Crédito: Sporting News

A los 10 años, Rodrygo ingresó en las categorías inferiores del Santos, donde destacó por su talento y su habilidad. Su entrenador, Luciano Santos, lo comparó con Neymar, augurando un futuro brillante. En las categorías inferiores, Rodrygo era conocido como el "Rayo". Su velocidad, habilidad y capacidad goleadora lo hacían imparable. Luciano Santos, su entrenador, recuerda que era "obsceno" en el futsal, mejor incluso que Neymar a su edad. Los directores del club lo llevaban a jugar con categorías superiores, donde seguía brillando. Pero no todo era talento natural. Rodrygo y sus padres se fijaban metas anuales, y él se obsesionaba con superarlas, demostrando una ambición que iba más allá de lo común. Sin embargo, Rodrygo también tuvo que lidiar con su temperamento, aprendiendo a controlar sus emociones en el campo. El talento de Rodrygo lo convertía en blanco de provocaciones. Padres y entrenadores rivales intentaban sacarlo de quicio, y a veces lo lograban. Expulsiones y arrebatos ocasionales manchaban su expediente, pero también demostraban su carácter competitivo. Un episodio contra el Cotia Sub-12 ilustra esto: tras ser insultado, marcó un golazo y encaró al entrenador rival, dejando claro que no toleraría faltas de respeto. Desde temprana demostró que tenía carácter de sobra en el terreno de juego.

Kick-off en Villa Belmiro

El 2017 fue un año clave en la vida de Rodrygo. Con 16 años, recibió la llamada de Elano, entrenador del primer equipo del Santos, para entrenar con los profesionales. Su debut llegó poco después, en un partido contra el Atlético Mineiro en Villa Belmiro. Aunque jugó pocos minutos, ese momento marcó el inicio de su carrera profesional. Al año siguiente, anotó un golazo en la Copa Libertadores, confirmando su potencial. Los grandes clubes europeos se fijaron en él, pero el Real Madrid era su sueño.

A pesar de su talento, aún no había despertado el interés en la Casa Blanca. Con ofertas de otros clubes europeos sobre la mesa, la paciencia de su padre comenzaba a agotarse. Pero Rodrygo insistió: "Voy a marcar tres goles este fin de semana, y el Madrid vendrá a buscarnos". Y así fue. Un triplete en nueve minutos contra el Vitória, una actuación mágica que dejó boquiabierto al mundo del fútbol y convenció definitivamente al Real Madrid. El sueño de infancia es una realidad: hoy día viste la camiseta de Los Merengues y su selección nacional. Un mensaje de 'Jogo Bonito' de Osasco y el Santos para el mundo.